Pero como los tiempos adelantan que es una barbaridad ya no es necesario ni obligatorio casarse por la iglesia, ni siquiera por lo civil para poder vivir en pecado.
Pero es un bonito dicho que se debe quedar en el baúl popular madrileño.
(Gracias a Miguel el horchatero, junto con su hermano José, del último kiosko de Madrid, que me ha servido esta entrada en bandeja)
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