sábado, 28 de agosto de 2021

CASILLA DEL PEÓN CAMINERO

 

La casa baja de las fotos corresponde a una casilla de peón caminero, y está situada en el número 374 de la madrileña calle de Alcalá, en la zona de Pueblo Nuevo.


Las casillas solían ir decoradas con vistosos azulejos donde se indicaban las distancias a Madrid y a los pueblos más cercanos, azulejos que han sido útiles hasta la década de 1980, en la que los kilometrajes empezaron a variar al convertirse muchas de las carreteras tradicionales en autovías y variar las distancias al hacerse trazados diferentes por fuera de los cascos habitados de los pueblos. Era una profesión dura, y exigía una dedicación completa, lloviera, nevara o hiciera un sol sahariano, pero se aseguraba un nivel de cuidado de las vías públicas que incluso ahora se echa de menos en algunos lugares muy apartados. Los Peones Camineros trabajaban con azadas, palas, picos e instrumentos similares, y en algunos casos disponían de los llamados "cilindros", rudimentarias apisonadoras remolcadas por caballos o bueyes.


En las casillas podían vivir la mujer y los hijos de los peones. Estas mujeres estaban consideradas unas cocineras de primerísimo nivel, pues podían improvisar buenos manjares a partir de casi cualquier cosa que encontraran por el campo o cultivaran en los pequeños huertos anexos a las viviendas, exprimiendo como podían el sueldo de los maridos, que solía ser escaso.


El peón caminero fue en España el operario encargado de cuidar a pie, del camino o carretera del estado, en cada legua, unidad de distancia equivalente a unos cinco kilómetros y medio. En España esta figura fue creada en el siglo XVIII concretamente en 1759 y durante el reinado de Fernando VI.

Se hallaban establecidos en los caminos para su conservación continua e inmediata, y de legua en legua unos peones con el título de camineros y uso de bandolera, que estaban encargados de practicar en la legua que les estaba señalada las recomposiciones que eran necesarias.