Resulta que
era el día 30 de abril, día declarado por la UNESCO (nada más y nada menos)
International Jazz Day, que en español de aquí sería Día Internacional del Jazz…
Y que mejor
modo de celebrarlo en Madrid, que escuchando al gran Jorge Pardo en compañía de
Javier Colina, Josemi Carmona y Bandolero (otros grandes) en Bogui Jazz…
Allí nos
presentamos, a eso de las nueve de la noche dispuestas a dar lustre a ese día
30, pero no contábamos con ese factor x, ese imprevisto que muchas veces surge
para truncar los planes más venturosos…
Teníamos esa
cita apuntada en la agenda y confirmada por tierra, mar y aire, sin ningún
género de dudas, pero nuestro nombre no figuraba en la lista de agraciados con
reserva previa…
Por más
explicaciones, nombres, señas, mails y demás que dimos el paso se nos hacía
infranqueable…
Allí en la
puerta del Bogui, junto a nosotros se encontraban los maestros prestos para su
cita con la noche, Jorge Pardo, Josemi, Bandolero y fugaz, Javier Colina…
El tiempo
transcurría, la gente se amontonaba en la sala y nosotros seguíamos fuera
intentando, ya con poco ánimo, entrar aunque fuese un momento para disfrutar de
la música del cuarteto…
Llamadas por
parte del responsable de las listas a diestro y siniestro, pero nadie respondía…
Ya nos
despedíamos cuando el citado barbudo responsable ante nuestra retirada nos dice
que pasemos, que ha hablado con el jefe y que se nos permite entrar y
colocarnos donde buenamente podamos, eso sí, detrás de las sillas, totalmente
ocupadas, aforo completo…
Nos
colocamos en un rincón, tras un mar de cabezas y móviles tomando imágenes y,
gracias a una pantalla de buen tamaño, podíamos observar las evoluciones de los
artistas mientras escuchábamos su música…
De vez en
cuando, por algún huequito veíamos a Jorge tocando la flauta o el saxo, a
Josemi haciendo hablar a la guitarra, a Javier recorriendo con manos hábiles su
contrabajo y a Bandolero dando caña a la batería o percutiendo sobre el cajón,
a uno o a otro, nunca a los cuatro al completo, esa era labor de titanes entre
tanta gente para un local de reducidas dimensiones…
Pero
HUELLAS, el proyecto de Jorge Pardo, sonaba, jazz aflamencado o flamenco
jazzístico o música, música, música, en estado puro sin aditivos, en libertad,
en realidad, en verdad…
Así que, a
pesar de todo, gracias al International Jazz Day por darnos la ocasión y la
noche de escuchar al cuarteto, aunque fuese en condiciones un tanto adversas y
peculiares…
Quizá otro
año tengamos más suerte…
Pero que
bonito sonó y soñó el jazz, el flamenco, la noche y la celebración…
Y todo esto
ocurrió en un rincón de Madrid, que también sabe de música…
(Os pido vuestra comprensión por la calidad de las imágenes, ni la distancia ni las condiciones eran las más favorables para llevar a cabo nuestra tarea de sacar adelante un bonito reportaje)
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