Mucha gente no se percata de la existencia de esta capilla, sobrepasada por el bullicio de esa zona. Aquellas personas que sí la conocen, suelen pararse y quedarse observando su interior, en el que se encuentra una imagen de la Virgen de la Soledad y un Cristo de tamaño real.
También suelen echar unas monedas y piden ayuda o favores, ya que la Virgen tiene fama de "milagrera".
La capilla es un anacronismo en la modernidad de ese área y ese es uno de sus atractivos que la imprime un carácter singular.
Esperemos que siga allí y la especulación no la devore.
Esos rincones de Madrid no se deben perder, bastantes han desaparecido ya.
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